El Gobierno anunció los nuevos aumentos tarifarios para la electricidad y expuso un sesgo evidente: Los hogares pagarán más y las grandes empresas menos, justo lo opuesto a lo que prometía el discurso oficial cuando hablaba de “normalizar” el sistema.
Cuando la Secretaría de Energía, que conduce María Tettamanti, presentó el esquema de desregulación aseguró que se buscaba fomentar contratos directos entre generadores y grandes consumidores. Pero el resultado del primer cuadro tarifario va por el sentido opuesto: ajuste para los hogares, alivio para las industrias.
El nuevo marco debía “desregular” el mercado para que los grandes usuarios pasaran a comprar su energía en el mercado spot, donde el precio del megavatio es ‑en teoría- más caro porque refleja el costo real de generación. Sin embargo, el debut del esquema muestra lo contrario: los grandes usuarios pagan menos y los hogares, más.